sábado, 29 de noviembre de 2014

Viajando con Astérix: Astérix Gladiador

En su cuarta aventura, los galos hacen su primer viaje por mar para ir directamente a la capital de sus archienemigos, a la mismísima Roma. No está muy claro a qué puerto llegan, pues en el 50 a.C. todavía no estaba desarrollado el puerto de Ostia.
Ostia está a 25 kilómetros al sudoeste de Roma. Se trata de una ciudad portuaria fundada en el siglo IV a.C. Como Roma no tenía puerto era fundamental para la ciudad. Se conserva en buen estado, por lo que nos ofrece una oportunidad única de ver una ciudad romana. A la entrada de la ciudad encontramos el cementerio, al atravesarlo entramos por la Puerta Romana y recorremos el decumano máximo que lleva hasta la Puerta Marina. La ciudad cuenta con un gran teatro con capacidad para 3.000 espectadores. La Casa de Diana es un ejemplo de edificio tipo "colmena", llamadas insulas, de los que se empezaron a realizar por la escasez de suelo.
Allí veremos un termopolion en la planta inferior. Se trataba de un bar donde la gente comía ya que en los pisos no era conveniente hacer fuego al estar hecho mayoritariamente con madera y arcilla. También podemos observar las Termas de Mitra.

El puerto más desarrollado en la época de Astérix era el de Pozzuoli, pero está demasiado lejos para que los galos lleguen en unas pocas horas a Roma.

Una vez en tierra, se dirigen a Roma por la Via Appia
Pero difícilmente podría haber sido esa la vía que recorriesen ya que no pasa por esos puertos.
Es más que interesante hoy día descubrir dicha vía. La Vía Appia fue una de las más importantes calzadas de la antigua Roma. Se extiende desde Via de Porta San Sebastiano, cerca de las termas de Caracalla, hasta Brindisi, en la costa de Apulia. Actualmente alberga un parque en el cual se incluye la Muralla Aureliana y gran cantidad de restos arqueológicos, además de especies autóctonas de las colinas de Roma.
Todos los domingos, una parte considerable de Via Appia se convierte en una zona libre de coches. Desde Via Porta di Sebastiano se puede caminar o ir en bicicleta durante varios kilómetros. Este tradicional recorrido se inicia en la Tumba de Cecilia Metella e incluye el paso por diversos monumentos y puntos de interés como el Mausoleo del Campo de Bove, la iglesia de San Nicola, la tumba de la familia Sisto Pompeo, el Mausoleo de Claudio Secondino, el Sepulcro de Séneca, la Tumba de Quinto Apulcio, entre otros.
Astérix y Obélix llegan a Roma. Atentos a los pasos de cebra, en realidad eran así aunque los mejor conservados para verlos hoy día están en Pompeya
Después de pasar por Restaurante Galo (hay varios restaurantes franceses en Roma pero yo creo que lo mejor serían unas crepes con los peques que valga la pena,...) los galos se pasan por unas termas romanas. En realidad, en el 50 a. C. no había termas públicas en Roma. Las primeras son las de Agripa, quién las donó a la ciudad en el 12 a.C. Las termas son más propias de la época imperial, algunos siglos después,
en cualquier caso, es el momento de nombrar las termas de Caracalla.

Las termas de Caracalla merecen una visita si estas en Roma. Están situadas en Via delle Terme di Caracalla, 52. Fueron construidas entre los años 212 y 216 bajo el mandato de Marco Aurelio Antonino Basiano, más conocido como el emperador Caracalla, las Termas de Caracalla fueron uno de los mayores y más espectaculares complejos termales de la antigüedad. Aunque hoy sólo quedan muros de ladrillo y grandes bóvedas desplomadas, aún se conservan los restos del esplendor que siglos atrás tenía, ya que estavan revestidas de mármol y decoradas con preciadas obras de arte.
Actualmente, en la ciudad de Roma, se pueden disfrutar de magníficos balnearios, y relajarte como lo hacían en la antigüedad, con las mismas aguas terapéuticas que usaban los antiguos romanos. Uno de ellos es el balneario Pro Fonte Ceciliana, en la vía Predemontana. También puedes visitar la Terme di Stigliano, en la Canale Monterano. Dos spas de lujo, que por desgracia no permiten la entrada de peques, así que este plan hay que reservarlo para una escapa sin ellos.

Y por fin, nuestros amigos se acercan al más famoso de los monumentos romanos: el... ¿Circo?
es un error que se produce tanto en el original francés como en la traducción española, llaman Circo a los que en realidad es un Anfiteatro.

El circo romano es un recinto muy alargado con remates circulares en los extremos, teniendo globalmente una forma oval, más o menos alargada y estaba destinado a carreras, espectáculos, y representaciones, que conmemoraban los acontecimientos del Imperio. Mientras que el anfiteatro tiene forma circular.

Y de hecho, y eso sí está bien, no hay ninguna referencia en este cómic de Astérix al Coliseo, pues se construyo en el siglo I d.C. y recordemos que las aventuras de Astérix son del 50 a. C.
de hecho, hasta el 29 a.C. no hubo un gran anfiteatro en Roma, así que Julio César no pudo celebrar unos juegos en un lugar como el que pinta Uderzo, con tres filas de arcos en su fachada.

Pero ya que estamos, a los peques y mayores les encantará visitar el Coliseo de Roma, que es el anfiteatro más conocido, cuyo nombre era en realidad Anfiteatro Flavio.

Curiosamente, no debe su coloquial nombre de Coliseo (o Colisseum) a su propio grandiosidad, sino a la de una estatua que se podía encontrar cercana a él, estatua del emperador Nerón.

Iniciada su construcción por Vespasiano, fue el emperador Tito quien lo inauguró en el 80 d.C. con unos magníficos juegos que duraron 100 días y en los cuales hubo gladiadores, fieras e incluso batallas navales.

Con una capacidad cercana a las 50 mil personas, en las zonas más bajas se ubicaban el emperador y los senadores y a medida que se subía por la grada, se descendía en rango social.

Seriamente dañado por varios terremotos, durante la Edad Media fue objeto de saqueo, utilizándose sus piedras para otras construcciones. Hasta que el papa Benedicto XIV en 1749 lo declaró lugar sagrado por la cantidad de mártires cristianos que allí habían fallecido, terminando el expolio de sus piedras.

Pero volvamos con nuestros amigos los galos. Con tanto entrenamiento como gladiadores, nuestros amigos necesitan un descanso, así que deciden salir de su prisión y conocer Roma. El lanista (entrenador de gladiadores) les lleva a conocer el Foro Romano:


El foro de una ciudad romana era su centro urbano, alrededor del cual se desarrollaban el comercio, la religión o la administración de justicia, pero también la prostitución. La Vía Sacra cruza el foro romano y lo une al Coliseo.

Llegar al Foro Romano es muy fácil pues se encuentra en una zona muy céntrica y bien comunicada. Puedes tomar el Metro en la línea B y bajarte en la estación Colosseo, que se encuentra muy cerca del Foro Romano.

La entrada al Foro Romano es totalmente gratuita. Lo ideal es recorrerlo con un guía o un libro, de forma que se sepa lo que se está observando.

El Foro Romano está abierto todos los días del año, excepto en Navidad y año nuevo. Abre sus puertas a las 8:30 y las cierra una hora antes del atardecer, de manera que los horarios de cierre durante el año varían.

Nuestros amigos galos volverán en otras aventuras a Roma, así que tendemos la oportunidad de ver nuevos sitios.

Nota del autor: este post ha sido escrito en colaboración el blog "En una aldea de Armórica..." En él podréis encontrar más información sobre Astérix.

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