martes, 2 de diciembre de 2014

EL PUERTO DE TÍSCAR

Jaén esconde pequeños tesoros como la espectacular carretera que va del Pozo Alcón a Quesada cortando un pico de la sierra de Cazorla. En apenas 30 kilómetros se pueden disfrutar precipicios, túneles, cascadas y atalayas donde moros y cristianos se disputaban el paso. Peques y mayores querrán parar más de una vez.

Pozo Alcón es un pueblo en el sureste de Jaén a 107 kilómetros de la capital. Partiendo de este pueblo puedes hacer multitud de rutas a pie, muchas de ellas para realizar con los peques (podéis ver información sobre las diferentes rutas aquí). Pero hoy vamos a recorrer en coche los 30 kilómetros del puerto de Tíscar.
Esta carretera (A-6206) tiene alguna que otra vuelta y revuelta, pero merece la pena visitarse. Algunas zonas en el arcén indican que no es recomendable salirse de los caminos debido a que es coto de caza mayor. Seguramente durante el trayecto veréis más de un animal. Partiendo de Pozo Alcón, atravesando un túnel se llega a la población de Tíscar. A la altura del kilómetro 14 es obligatoria la parada en la Cueva del Agua, también conocida como Cueva de la Virgen de Tíscar o Gruta de las Maravillas. La entrada es gratuita y el acceso a la cueva se realiza por un túnel de unos 10 metros de largo y 1 metro de alto.

Cuenta la leyenda  que los moros poseedores del Castillo de Tíscar, creyeron que los cristianos luchaban por su conquista para recuperar una imagen de la Virgen María que ellos poseían. Ante esto, y para hacerles desistir de la lucha, la arrojaron desde las almenas, hasta el túnel de acceso a la Cueva del Agua, que estaba al pie de la fortaleza; pero la Virgen volvía hacia arriba cuantas veces lo intentaban, por lo que Mahomad Andón, enfurecido, la rompió en mil pedazos con su alfanje. Cuando los cristianos llegaron al recinto del castillo, buscaron la imagen para darle gracias por su protección en la conquista, y al no encontrarla, le preguntaron a un moro, que arrepentido les contó lo sucedido. Los cristianos recogieron los pedacitos y los llevaron a reparar a Toledo.

La cueva está  adaptada para visitarla de manera cómoda por cualquiera. Muy recomendable, sobre todo en primavera cuando el agua fluye constantemente.
El Santuario de la Virgen de Tíscar y el Castillo están un poco más adelante. El Castillo está sobre una cresta rocosa. Está declarado Bien de Interés Cultural desde 1949. Se trata de un recinto de reducidas dimensiones, con una pequeña torre del homenaje, situada en su extremo oriental. En el centro se alza un gran roquedal, llamado «Peña Negra», que posiblemente funcionaba como alcazarejo del castillo.

Cinco kilómetros más y coronaréis el puerto de Tíscar (1.189 metros de altura). Se ven habitualmente cabras montesas y aves rapaces. Aquí se encuentra la Atalaya del Infante Don Enrique, un vestigio histórico de gran relevancia junto con el mencionado castillo. Su función era la de vigilar el movimiento de tropas en el camino del reino nazarí de Granada en la época de la Reconquista. Fue mandada construir por el infante Don Enrique, hijo de Fernando III, el Santo, hacia el siglo XIII. Es del sección circular pudiendo acceder al interior por un hueco situado a 3.50 metros. Desde lo alto divisamos la llanura de Pozo Alcón, Sierra Nevada y los valles de los ríos Extremera, Béjar y Majuela, hasta los pueblos de Baeza, Torreperogil, Úbeda y Santo Tomé.
Descendiendo por la carretera llegamos a Quesada, un lugar perfecto para disfrutar de la gastronomía de la zona. El plato típico son los talarines, consistente en un guiso de carne, verduras y setas en el que se cuecen obleas de masa que quedan hechas pedazos.

El nacimiento del río Guadalquivir se encuentra en su término municipal, en la Cañada de las Fuentes; lo cual merece otra excursión en otro post. 

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